lunes, 19 de octubre de 2009

RESUMEN LERÚ DEL MODELO ARGENTINO PARA EL PROYECTO NACIONAL

Leer a Perón vuelve a ser una fuente de placer intelectual y de emoción personal y militante. Allí esta el hombre sabio que pensó al país en grande y que pensó en todos nosotros con elevada actitud y desapasionado de pequeñeces, de sus últimos tiempos.

Como un anexo vinculante al Prólogo del libro quiero deslizarles una especie de Resumen Lerú del Modelo Argentino para el Proyecto nacional, compilado con la consciente decisión de poder realizar, luego, algunas reflexiones sobre la propuesta de Perón respecto de los medios de comunicación social para nuestro país.

Como todo resumen es injusto y como toda compilación elige sus textos con arbitrariedad, pero será un poco más comprensible, luego, ahondar en nuestro tema preferido.

El justicialismo
La armonía como categoría fundamental de la existencia humana es una condición inalienable para la configuración de la Argentina que todos anhelamos.

El Justicialismo es una filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista.

El Justicialismo es el resultado de un conjunto de ideas y valores que no se postulan; se deducen y se obtienen del ser de nuestro propio pueblo.
Es como el pueblo: nacional, social y cristiano.
El Justicialismo quiere para el hombre argentino:
Que se realice en sociedad, armonizando los valores espirituales con los materiales y los derechos del individuo con los derechos de la sociedad.
Que haga una ética de su responsabilidad social.

Que se desenvuelva en plena libertad en un ámbito de justicia social.
Que esa justicia social esté fundada en la ley del corazón y la solidaridad del pueblo, antes que en una ley fría y exterior.

Que tal solidaridad sea asumida por todos los argentinos, sobre la base de compartir los beneficios y los sacrificios equitativamente distribuidos.

Que comprenda a la Nación como unidad abierta generosamente con espíritu universalista, pero conciente de su propia identidad.

Nuestra rebelión fue entonces, como sigue siendo ahora, una cuestión de personalidad y de dignidad nacional.

La grandeza del País y la felicidad del pueblo argentino, son dos objetivos esenciales que, a mi juicio, deben guiar nuestro pensamiento y acción.

Esto origina un campo de mutuo respeto, que parece nutrirse en bases de civilización, de comprensión y de tolerancia hacia las ideas de los demás.

En la Argentina nadie tiene el derecho de esperar que la sociedad madure por sí sola.

La forma que integrarán los caracteres buscados se trata de una democracia social que será una estructura político-social absolutamente coherente con los principios esenciales de la comunidad organizada.

Cuando utilizo la palabra "social", estoy pensando en una democracia en la que cada integrante de la comunidad pueda realizarse con la única condición de poseer idoneidad y condiciones morales indispensables para aquello que aspira.

El proyecto final es del pueblo, y no de determinados gobiernos, ni de minorías intelectuales dadas.

La conformación del Modelo tendrá que tender hacia una síntesis entre lo que elaboremos racionalmente y lo que la propia comunidad quiera.
En síntesis, el problema actual es eminentemente político y sin solución política no hay ninguna solución para otros sectores en particular.

Si tuviera que decidirme por un factor aglutinante, optaría por la solidaridad social.

La Democracia
La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un sólo interés: el del pueblo.

Trasciende los límites de grupos particulares.

Requiere una caracterización de la propiedad en función social.

La Democracia Social es políticamente plural, con lo que responde al pluralismo real.

Persigue la liberación de los hombres de la opresión y del poder ajeno.

Comienza por la libertad interior.

Que trascienda al hombre y cultive en él la actitud de servicio.
Haremos una revolución en paz

La violencia es definitivamente reemplazada por la idea.

Transforma nuestro estado de consciencia en acción deliberada.

Promueve la participación auténtica, para la cual requiere, al menos, las concepciones básicas de bien común, ética generalizada, pluralismo, solidaridad y representatividad.

Superando las estructuras heredadas del estado liberal, incapaces de servir eficientemente a nuestro Modelo Argentino.

El sistema debe funcionar con participación de todos los entes representativos de la comunidad.

El Gobierno debe hacer lo que el Pueblo quiere y defender un sólo interés: el del Pueblo.

La Democracia Social que deseamos no se funda esencialmente en la figura de caudillos, sino en un estado de representatividad permanente de las masas populares.

Cuando se quiere construir una Democracia Social en la cual se produce según las necesidades del hombre, se valoriza al hombre en función social como el fin de la tarea de la sociedad, se asume la necesidad de trabajar con programación y con participación auténtica, y se toma la responsabilidad de formalizar un Proyecto Nacional y de concebir a la sociedad del futuro y trabajar para ella como un proceso, la dimensión de la tarea intelectual que ese proceso requiere se hace realmente muy grande.

Concreta el pensamiento universalista que nos anima.

Se realiza sin xenofobia, en actitud continentalista y universalista, de efectiva cooperación y no competitiva.

Así como sostuve que una auténtica comunidad organizada no puede realizarse si no se realiza plenamente cada uno de sus ciudadanos, pienso que es imposible concebir una integración mundial armónica sobre la base de una nivelación indiscriminada que despersonalice a los pueblos y enajene su verdad histórica.

Respeta la soberanía de los Estados, la autodeterminación de los Pueblos y el pluralismo ideológico y su correspondiente reciprocidad.

La Liberación.
La falta de unión, o aún la desunión, configura el más serio enemigo que podemos crear nosotros mismos en la lucha por la Reconstrucción y la Liberación Nacional.

Por más coherencia que exhiba un modelo, no será argentino si no se inserta en el camino de la liberación.

La situación internacional está sufriendo profundas conmociones, los pueblos comienzan a despertar motivando que los países dependientes se vean obligados a tomar partido frente a dos elecciones: elegir entre el neocolonialismo o la liberación.

No hay pueblo capaz de libre decisión cuando la áspera garra de la dependencia lo constriñe.

Tenemos que admitir como lógica la acción de los imperialismos en procura de evitar que la unión de nuestros países se realice, ya que ello es opuesto a sus intereses económicos y políticos.

En consecuencia, debemos admitir que la lucha es necesaria.

Pero nosotros también aprendimos a reducir el costo social de la lucha, porque luchamos por la idea y a través de ella.

La dinámica mundial no obedece sólo a los designios de los poderosos. Ahora responde a una articulación que encuentra imperialismos por un lado y Tercer Mundo por el otro

El mundo debe salir de una etapa egoísta y pensar más en las necesidades y las esperanzas de la comunidad.

Esto arroja luz sobre el hecho de que la cooperación y la solidaridad son elementos básicos a considerar en el futuro.

La progresiva transformación de nuestra patria para lograr la liberación debe, paralelamente, preparar al país para participar de dos procesos que ya se perfilan con un vigor incontenible: la integración continental y la integración universalista.

La liberación, en todos los terrenos, es insoslayable requisito para ingresar en el proceso universalista.

La concepción de Argentina para Latinoamérica: justa, abierta, generosa y, sobre todas las cosas, sincera.“Latinoamérica es de los latinoamericanos”.

Como latinoamericanos, atesoramos una historia tras de nosotros: el futuro no nos perdonaría el haberla traicionado.

El Tercer Mundo debería conformarse como una extensa y generosa comunidad organizada.

Estoy pensando en América Latina, África, Medio Oriente y Asia, sin distinción de ideologías.

Ya la idea de Comunidad Latinoamericana estaba en San Martín y Bolívar: ellos sembraron las grandes ideas y nosotros hemos perdido un siglo y medio vacilando en llevadas a la práctica.

La intervención externa fue cambiando de forma a lo largo del tiempo, consistiendo sus últimas exteriorizaciones en condicionamientos impuestos a nuestra libertad de decisión.

Hay sectores internos cuyos objetivos coinciden con los de los imperialismos. Obviamente, la capacidad de decisión de estos sectores debe ser debilitada o anulada.

La historia muestra también que está terminando en el mundo el reinado de las oligarquías y las burguesías y que comienza el gobierno de los pueblos.

Con ello, el demoliberalismo y su consecuencia, el capitalismo, están cerrando su ciclo.

El futuro, realmente es patrimonio de los pueblos.
Es que el pueblo advierte con claridad que si el cambio no es nacional, no responderá a sus reales necesidades.

Convoco con emoción a todos los argentinos a hundir hondas raíces en su tierra grande y generosa, como único camino esencial para florecer en el mundo.

El hombre es el único se de la creación que necesita “habitar” para realizar acabadamente su esencia.

Aquel instaura una morada en la tierra: eso es la Patria.

Alude a esa profunda morada que, recíprocamente, habita en el corazón de cada uno de sus hombres.

Ha llegado "la hora de los pueblos" y que ella exige un "pensamiento en acción".

No puede haber divorcio alguno entre el pensamiento y la acción, mientras la sociedad y el hombre se enfrenten con la actual crisis de valores, acaso una de las más profundas de cuantas se hayan registrado.

En el pueblo argentino estaba latente el sentimiento de independencia nacional, lo que tarde o temprano habría de provocar el enfrentamiento contra la distorsión del contenido social de la democracia y contra la tendencia a la desnacionalización progresiva.

No es más que otra forma de decir que seguimos deseando fervorosamente una Argentina socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.

La libertad se instala en los pueblos que poseen una ética y es ocasional donde esa ética falta.

Los sectarismos no nos conducirán jamás a la liberación.

Las diferencias de ideas son positivas en tanto estén abiertas a una confrontación sincera y honesta en busca de la verdad.

El Hombre.
Asistimos, en nuestro tiempo, a un desolador proceso: la disolución progresiva de los lazos espirituales entre los hombres.

Este catastrófico fenómeno debe su propulsión a la ideología egoista e individualista, según la cual toda realización es posible sólo como desarrollo interno de una personalidad clausurada y enfrentada con otras en la lucha por el poder y el placer.

Quienes así piensan sólo han logrado aislar al hombre del hombre, a la familia de la nación, a la nación del mundo.

Han puesto a unos contra otros en la competencia ambiciosa y la guerra absurda.

Todo este proceso se funda en una falacia: la de creer que es posible la realización individual fuera del ámbito de la realización común.

El pueblo organizado en sociedad es el actor de las decisiones y el artífice de su propio destino.

Procura el equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad.
El hombre no es un ser angélico y abstracto. En la constitución de su esencia está implícita su situación, su conexión con una tierra determinada, su inserción en un proceso histórico concreto.

Ser argentino significa que ser lúcido y activo habitante de su peculiar situación histórica forma parte de la plena realización de su existencia. Es decir, habitante de su hogar, de la Argentina, su Patria.

Por lo tanto, lo que realmente distingue al argentino del europeo o el africano es su radical correspondencia con una determinada situación geopolítica, su íntimo compromiso moral con el destino de la tierra que lo alberga y su ineludible referencia a una historia específica que perfila lentamente la identidad del pueblo.

Mi humilde pedido se reduce a solicitar a cada argentino que actualice en profundidad su adherencia a esta tierra, que recuerde que sobre su compromiso y su autenticidad brotarán las semillas de una Patria Justa, Libre y Soberana.

La Familia.
La familia seguirá siendo, en la comunidad nacional, por la que debemos luchar, el núcleo primario, la célula social básica cuya integridad debe ser celosamente resguardada.

Es la solidaridad interna del grupo familiar la que enseña al niño que amar es dar, siendo ese el punto de partida para que el ciudadano aprenda a dar de sí todo lo que le sea posible en bien de la comunidad.

Independientemente de ello, nuestra aspiración permanente será que en la sociedad argentina cada familia tenga derecho a una vida digna, que le asegure todas las prestaciones vitales.

La familia difunde en la comunidad una corriente de amor que es el fundamento imprescindible de la justicia social.

No puede concebirse la familia como un núcleo desgajado de la comunidad, con fines ajenos y hasta contrarios a los que asume la Nación.

Ello conduce a la atomización de un pueblo y al debilitamiento de sus energías espirituales que lo convierten en fácil presa de quienes lo amenazan con el sometimiento y la humillación.

Nuestra Patria todavía está a tiempo de preservar a la familia, ya que no todas han conservado su integridad ante la agresión externa motivada por el sistema liberal.

Mientras exista una sola familia cuyo ingreso esté sólo en un mero nivel de subsistencia o, peor aún, por debajo de éste, no habremos logrado en modo alguno un nivel económico con justicia social.

La Economía.
La dimensión política es previa al ámbito económico.

El objetivo fundamental es servir a la sociedad como un todo, y al hombre no sólo como sujeto natural sometido a necesidades materiales de subsistencia, sino también como persona moral, intelectual y espiritual.
La historia nos indica que es imprescindiblemente necesario promover la ética individual primero, desarrollar después la consecuente conducta social y desprender finalmente de ellas la conducta económica.

En el mundo, está ganando terreno la idea de que el bienestar de los pueblos se halla por encima de las concepciones políticas dogmáticas.

La realidad me permite afirmar que no somos un país subdesarrollado.

Nuestra patria tiene todo lo necesario para que sus hijos sientan el gozo infinito de la vida. Dios nos ha brindado riquezas incalculables, sólo falta que asumamos la decisión irrevocable de realizar la empresa que nos aguarda.

Aquella nación que pierde el control de su economía, pierde su soberanía.
Si se trata de obtener máximos beneficios consolidando intereses que están en el exterior, los aportes a la economía nacional se alejarán considerablemente de lo que resulta conveniente para el país.

El hombre es principio y fin de la comunidad organizada, por lo que no puede haber realización histórica que avasalle la libertad de su espíritu.

Hubo una insuficiente utilización del recurso humano que ha sido deficientemente incorporado en los últimos lustros, de acuerdo con la evidencia surgida de las tasas de desempleo.

Nuestra comunidad sólo puede realizarse en la medida en que se realice cada uno de los ciudadanos que la integran.

Para que la planificación sea efectiva no bastan los planes de mediano o largo plazo. Las decisiones concretas de política económica requieren también planes de corto plazo, que deben ser los reales.

Es necesario, instaurar un inalienable principio de objetividad. No puedo pensar otro criterio de objetividad que no sea la presencia de la voluntad del pueblo como guardián de su propio destino.

La actividad económica debe dirigirse a fines sociales y no individualistas, respondiendo a los requerimientos del hombre integrado en una comunidad y no a las apetencias personales.

Debe prevalecer una distribución socialmente justa.

Al país como comunidad armónica y donde los logros económicos no atentan contra la libertad y la dignidad del hombre.

Se dan las condiciones para armonizar una estructura económica agropecuaria con una industrial, sin que el progreso de un sector se logre a costas del otro.

Es respecto de todo proceso productivo que adquiere verdadero sentido el concepto de autosuficiencia y ruptura de la dependencia.

En la función empresarial el Estado tendrá un papel protagónico o complementario de la acción privada, según que las exigencias.

Ningún país es realmente libre si no ejerce plenamente el poder de decisión sobre la explotación, uso y comercialización de sus recursos y sobre el empleo de sus factores productivos.

Es cristianamente inaceptable que este desarrollo se materialice a expensas de los más necesitados.

Todos deben participar en el esfuerzo, pero todos deben también gozar de los beneficios.

No podemos olvidar que somos los únicos responsables de los éxitos o fracasos que el País experimenta.

Sólo podremos exigir el cumplimiento de un compromiso social si previamente facilitamos los medios básicos para llevarlo a cabo.

La intervención directa en el proceso de comercialización interna y externa, como así también en la fijación de precios que aseguren un beneficio normal y una eliminación de la incertidumbre del futuro, son también responsabilidades que el Estado no debe bajo ningún concepto delegar y menos aún olvidar.

El progreso económico dependerá exclusivamente de nuestro propio esfuerzo; de allí que el capital extranjero deba tomarse como un complemento y no como factor determinante e irremplazable del desarrollo.

Si tanto el Estado como el sector privado, comprenden que su meta es la misma - el bienestar de toda la comunidad - la determinación de los límites de acción no puede ser conflictiva.

Desde el punto de vista del beneficio empresario, el mismo debe guardar estrecha relación con la aspiración de trasladar a la comunidad los frutos del progreso, a través del sistema de precios.

El primer objetivo de la empresa en una sociedad que quiere justicia social auténtica, no es simplemente el beneficio, sino el servicio al País.

Cuando hablo de sector privado industrial, me refiero tanto a empresarios como a trabajadores, nucleados unos y otros en sus organizaciones naturales.

La importación de tecnología debe ser reducida a lo estrictamente imprescindible.

No ayuda a la liberación la existencia de estrechos compromisos tecnológicos.

El Modelo necesita una tecnología que cimente su desarrollo, pero esta necesidad no debe instrumentar la acción de un poderoso factor de dependencia.

Tenemos que desarrollar en el país la tecnología que nutra permanentemente a nuestra industria.

El gasto en investigación y desarrollo debe ser tan grande como jamás lo haya sido hasta ahora.

Sin tecnología nacional no habrá una industria realmente argentina, y sin tal industria podrá existir crecimiento pero nunca desarrollo.

Debemos cuidar nuestros recursos naturales con uñas y dientes de la voracidad de los monopolios internacionales que los buscan para alimentar un tipo absurdo de industrialización y desarrollo en los centros de alta tecnología donde rige la economía de mercado.

Lucro y despilfarro.
El lucro y el despilfarro no pueden seguir siendo el motor básico de sociedad alguna, la justicia social debe erigirse en la base de todo sistema, no sólo para beneficio directo de los hombres sino para aumentar la producción de alimentos y bienes necesarios.

Se ha buscado promover actitudes profundamente negativas, incrementando artificialmente un consumo voraz de productos inútiles.

Cuando una sociedad incrementa el grado de sofisticación del consumo, aumenta a la vez su nivel de dependencia.

En las sociedades altamente competitivas devoradas por el consumo se debilitó el núcleo familiar y aparecieron diversas desviaciones, de las cuales las drogas y el alcoholismo son dos manifestaciones lamentables.
Las mal llamadas "sociedades de consumo" son, en realidad, sistemas sociales de despilfarro masivo, basados en el gasto, porque el gasto produce lucro.

Se despilfarra mediante la producción de bienes innecesarios o superfluos y, entre éstos, a los que deberían ser de consumo duradero, con toda intención se les asigna corta vida porque la renovación produce utilidades.

Se gastan millones en inversiones para cambiar el aspecto de los artículos, pero no para reemplazar los bienes dañinos para la salud humana, y hasta se apela a nuevos procedimientos tóxicos para satisfacer la vanidad humana.

Como ejemplo bastan los automóviles actuales que debieran haber sido reemplazados por otros con motores eléctricos, o el tóxico plomo que se agrega a las naftas simplemente para aumentar la velocidad inicial de los mismos.

No menos grave resulta el hecho de que los sistemas sociales de despilfarro de los países tecnológicamente más avanzados funcionan mediante el consumo de ingentes recursos naturales aportados por el Tercer Mundo.

El problema de las relaciones dentro de la humanidad es paradójicamente doble: algunas clases sociales -las de los países de baja tecnología en particular- sufren los efectos del hambre, el analfabetismo y las enfermedades, pero al mismo tiempo las clases sociales y los países que asientan su exceso de consumo en el sufrimiento de los primeros tampoco están racionalmente alimentados ni gozan de una auténtica cultura o de una vida espiritual o físicamente sana.

Debido a la existencia de poderosos intereses creados o por la falsa creencia generalizada de que los recursos naturales vitales para el hombre son inagotables, este estado de cosas tiende a agravarse.

Mantener el actual ritmo de crecimiento de la población humana no es tan suicida como mantener el despilfarro de los recursos naturales en los centros altamente industrializados donde rige la economía de mercado o en aquellos países que han copiado sus modelos de desarrollo.

Debe limitarse el consumismo sofisticado, estableciendo el camino apropiado para reconstruir al hombre argentino.

El consumo artificialmente estimulado, unido a la mentalidad competitiva, ha actuado como factor desestimulante de determinaciones fundamentales de la creatividad del hombre, como son, por ejemplo, la ciencia y el arte.

Me parece evidente que la indebida utilización de tales mecanismos de difusión cultural enferman espiritualmente al hombre, haciéndolo víctima de una patología compleja que va mucho más allá de la dolencia física o psíquica.

Este uso vicioso de los medios de comunicación masivos implica instrumentar la imagen del placer para excitar el ansia de tener.

Así la técnica de difusión absorbe todos los sentidos del hombre, a través de una mecánica de penetración y la consecuente mecánica repetitiva, que diluyen su capacidad crítica.

En la medida en que los valores se vierten hacia lo sensorial, el hombre deja de madurar y se cristaliza en lo que podemos llamar un "hombre-niño", que nunca colma su apetencia.

Vive atiborrado de falsas expectativas que lo conducen a la frustración, al inconformismo y a la agresividad insensata.

Pierde progresivamente su autenticidad, porque oscurece o anula su capacidad creativa para convertirse en pasivo fetichista del consumo, en agente y destinatario de una subcultura de valores triviales y verdades aparentes.

Educación.
La supuesta igualdad de oportunidades ha sido determinada, en ciertas circunstancias, por la capacidad económica, de la cual siguen dependiendo en gran medida las posibilidades de formación.

Para lograr una plena armonía de nuestra comunidad organizada es una exigencia ineludible, el acceso cada vez mayor del pueblo a la formación educativa en todos sus grados.

La creciente eliminación del analfabetismo en todas las regiones del país, y establecimiento de las bases elementales de la formación física, psíquica y espiritual del niño.

En la infancia deben sentarse los fundamentos para la conformación de un ciudadano sano, con firmes convicciones éticas y espirituales. Intima intuición de su compromiso integral con el pasado, el presente y el futuro de la Nación.

En la enseñanza media hay que fortalecer la conciencia nacional.

En la enseñanza superior, como ciudadano argentino.

La inserción de las instituciones educativas en el seno de la comunidad organizada.

No puede concebirse a la universidad como separada de la comunidad, y es inadmisible que proponga fines ajenos o contrarios a los que asume la Nación.

Se hace necesaria la presencia activa del intelectual en todas las manifestaciones de la vida.

No necesitamos teorizadores abstractos.

Sino intelectuales argentinos al servicio de la reconstrucción y liberación de su patria.

El sistema liberal ha formado intelectuales para frustrarlos. Les ha negado participación y ha creado las condiciones para que no exista reconocimiento social ni reconocimiento económico a su labor.

El universitario que el país requiere debe tener una muy sólida formación académica.

No basta utilizar la palabra “imperialismo” o “liberación” para instalarse en el nivel de exigencia intelectual que el camino de consolidación de la Argentina del futuro precisa.

Deberán estar cerca del pueblo, que aporta el tercer elemento para la definición de la cultura nacional: su misteriosa creatividad que lo convierte - además - en testigo insobornable.

La Cultura.
La cultura nacional, es el instrumento fundamental para conquistar nuestra definitiva autonomía y grandeza como nación.

En el terreno cultural incluyo tanto a la formación humanística (filosofía y ciencias del hombre) como a la actividad artística.

El proceso argentino de las últimas décadas evidencia un creciente desarrollo de la penetración cultural.

La consolidación de una cultura nacional se ha enfrentado con el serio obstáculo de la reiterada importación de determinaciones culturales ajenas a la historia de nuestro pueblo, así como a la identidad que, como comunidad organizada, necesitamos definir.

Dos han sido los fundamentales agentes desencadenantes de tal penetración.

En primer lugar, la desaprensiva -o interesada- utilización de los medios de comunicación masivos como eficaces factores de vasallaje cultural.
El segundo factor desencadenante del colonialismo cultural tiene su origen en la vocación elitista y extranjerizante de diferentes sectores de la sociedad.

El carácter de "propia" de la cultura argentina se ha evidenciado más en la cultura popular que en la cultura académica, tal vez porque un intelectual puede separarse de su destino histórico por un esfuerzo de abstracción, pero el resto del pueblo no puede -ni quiere- renunciar a su historia y a los valores y principios que él mismo ha hecho germinar en su transcurso.

La cultura académica ha avanzado por sendas no tan claras. A la mencionada influencia de las grandes potencias debemos agregar el aporte poderoso de la herencia cultural europea.

No tiene sentido negar este aporte en la gestación de nuestra cultura, pero tampoco tiene sentido cristalizarse en él.

La historia grande de Latinoamérica, de la que formamos parte, exige a los argentinos que vuelvan ya los ojos a su patria, que dejen de ~ servilmente la aprobación del europeo cada vez que se crea una obra de arte .

Estoy convencido de que existe una sinarquía cultural.

Obsérvese que las grandes potencias exhiben sugestivas semejanzas culturales: el mismo materialismo en la visión del hombre, el mismo debilitamiento de la vida del espíritu, el mismo desencadenamiento de la mentalidad tecnocrática como excluyente patrón de cultura, la creciente opacidad del arte y la filosofía, la distorsión o aniquilación de los valores trascendentes.

Todo argentino que, a través de una actitud libresca y elitista, asimile las pautas culturales de las potencias, ya sea asumiendo una visión competitiva y tecnocrática del hombre como una interpretación marxista de los valores y la cultura, trabaja deliberada o inconcientemente para que la sinarquía cercene irreparablemente nuestra vocación de autonomía espiritual y obstruya interminablemente la formación de una auténtica cultura nacional.

Es hora de comprender que ya ha pasado el momento de la síntesis, y debemos -sin cercenar nuestra herencia- consolidar una cultura nacional firme y proyectada al porvenir.

Europa insinúa ya, en su cultura, las evidencias del crepúsculo de su proyecto histórico.

Argentina comienza, por fin, a transitar el suyo.

La gestación de nuestra cultura nacional resultará de una herencia tanto europea como específicamente americana, pues no hay cultura que se constituya desde la nada, pero deberá tomar centralmente en cuenta los valores que emanan de la historia específica e irreductible de nuestra patria.

Requiere del hombre de nuestra tierra lo que debe integrar la esencia de cualquier hombre de bien: autenticidad, creatividad y responsabilidad.

La importancia que cobra la cultura en la conformación de una comunidad madura y autóctona es enorme, al punto que me atrevo a decir que constituye una suerte de red que conecta los ámbitos económico, político y social.

El país debe establecer principios específicos respecto de cuáles han de ser las condiciones para salvaguardar la identidad cultural argentina.
He desestimado la posibilidad de que la ideología y los valores culturales de las grandes potencias puedan constituir un abrevadero fértil para nuestra patria.

El Estado.
Las tareas de gobierno deberán orientarse hacia dos finalidades esenciales: la grandeza de la Nación y la felicidad de su Pueblo.

La empresa del Estado es el camino para satisfacer básicas necesidades de la comunidad.

Cuando el Justicialismo comenzó a servir al País, nuestra concepción exigió un incremento de la intervención estatal.

Los pueblos que carecen de organización pueden ser sometidos a cualquier tiranía. Se tiraniza lo inorgánico, pero es imposible tiranizar lo organizado.

La organización de la comunidad implica una tarea ardua que requiere programación, participación del ciudadano, capacitación y sentido de sistema para su orden y funcionamiento.

Mi experiencia anterior me ha enseñado que la conducción gubernamental necesita de una administración pública vigorosa y creativa. De lo contrario, la labor de conducción no llega al ciudadano, por bien inspirada que esté.

Para que esto sea posible deberemos alcanzar un alto grado de conciencia social, que entiendo como la identificación por parte del hombre de sus derechos inviolables, sin enajenar la comprensión de sus deberes.

La función pública debe ser ejercida con idoneidad técnica y capacidad de decisión.

La difusión de servicios sociales como la educación y la salud pública; y que la educación y el sano esparcimiento deberán reemplazar el papel que los bienes y servicios superfluos juegan actualmente en la vida del hombre.
Reducidor Martín García

Llegaban cantando y vociferando, unidos en una sola fe.

EL HONDO BAJO FONDO SE SUBLEVA


La Segunda Guerra Mundial ha terminado en mayo de 1945 y el eje Berlín-Roma-Tokio fue derrotado en todos los frentes.

Pero según Spruille Braden, embajador de Estados Unidos en Argentina, existe un coronel que tiene simpatías “japo-nazi-fascistas”.

Se llama Juan Domingo Perón y ocupa los cargos de vicepresidente, ministro de Trabajo y director de la incipiente aviación civil.

Coinciden con la embajada estadounidense los liberales, los comunistas, los socialistas, los conservadores, los radicales, los ultra católicos, ciertos nacionalistas reaccionarios, los terratenientes, los empresarios, los industriales.

Coinciden tanto, que todos entonan a coro La Marsellesa, la patriótica marcha de Francia.

No coinciden con la embajada los trabajadores del campo y la ciudad, que cantan el Himno Nacional y son muchos más que todos esos sectores juntos..

El alto mando de las Fuerzas Armadas, deseoso de agradar a Washington, decide arrestar al coronel Perón y destituirlo de sus cargos.

En la noche del jueves 11 de octubre de 1945, oficiales del ejército y la marina asisten al Círculo Militar y discuten si derrocan al presidente Edelmiro Farell y toman el poder o si entregan el gobierno a la fláccida Corte Suprema de Justicia.

Alfredo L. Palacios, primer diputado socialista de América latina, está presente e intercambia comentarios conspirativos con generales y almirantes.

Un mayor del ejército de voz ronca y afecto al vino tinto propone el asesinato de Perón en una emboscada.

Se llama Desiderio Fernández Suárez y 11 años más tarde será jefe de la policía de la provincia de Buenos Aires.

En 1956 se dedicará a fusilar a civiles peronistas en un basural sin juicio previo ni derecho a defensa, sin siquiera órdenes escritas.

Fernández Suárez y sus amos constituyen un precedente, una experiencia piloto, del baño de sangre que inundará al país dos décadas más tarde.

El periodista Rodolfo Walsh, ex militante de la Alianza Libertadora Nacionalista, los denunciará en su libro Operación Masacre, una pequeña joya del periodismo de investigación que se adelantó a lo que los estadounidenses denominan non fiction novel y que se atribuye erróneamente a Truman Capote, autor de A sangre fría.

Caviar, pavo y champagne

El viernes 12 de octubre de 1945, aprovechando el feriado por el Día de la Raza, un grupo de gente bien se congrega frente al suntuoso Círculo Militar.

Es como si fuera un elegante día de campo y no faltan las cestas de comida para almorzar sobre el césped.

El diario La Prensa del día siguiente describe a los asistentes: “Era un público selecto formado por señoras y niñas de nuestra sociedad y caballeros de figuración social, política y universitaria”.

Al son de la canción mexicana La cucaracha, los asistentes cantan:

Perón y Farell
Perón y Farell
ya no pueden caminar
porque no tienen
porque les falta
el apoyo popular.

Muy inadecuado plagio, en esas circunstancias, de una tonada popular que es uno de los símbolos de la Revolución Mexicana.

“El público selecto” se retiró a la medianoche, después de entonar en varias oportunidades el Himno Nacional y, como de costumbre, La Marsellesa.

Durante mucho tiempo los peronistas bromearon acerca de que la zona quedó cubierta de “restos de caviar, pavo y botellas de champagne”.

Esa noche, Perón es detenido y enviado a la isla Martín García.

Oficialmente se informa que la finalidad es “preservar su seguridad ante la posibilidad de un atentado”.

En la tarde del sábado 13, el diario sensacionalista Crítica anuncia la detención bajo un rencoroso titular en el que ni siquiera lo nombra: “Ya no constituye un peligro para el país”.

Unos días antes, el 9 de octubre, un panfleto universitario había cantado victoria: “Rechazado por todas las fuerzas sociales y políticas y por la prensa que él amordazó, el coronel fascista ha debido resignar sus cargos (...). Bajo la presión del pueblo, el fascismo busca una válvula de escape y se desprende de uno de sus hombres”.

Pero ni el sector antiperonista de las Fuerzas Armadas, ni la coalición política-rural-empresarial, ni la prensa opositora, se podían imaginar que todo les saldría al revés y que tendrían que aguantar al molesto Perón durante un histórico largo rato.

Cuando se conoció la renuncia del coronel, el héroe era él y no ellos..

Poco después trasciende que el ex vicepresidente ha sido enviado prisionero a la isla Martín García. El lunes 15 de octubre se generan las primeras reacciones.

Afiliados del Sindicato Autónomo de Obreros de la Carne, conducido por Cipriano Reyes, salen a las calles de Berisso y Ensenada pidiendo la libertad del coronel.

Al norte del país, la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera (FOTIA) declara una “huelga general revolucionaria en todos los ingenios” y toma contacto con los gremios de Buenos Aires.

El jefe de la región militar de la zona, teniente coronel Fernando Mera, se compromete a avanzar sobre la Capital Federal junto con los obreros. No figuran demasiados oficiales como Mera en la historia argentina del siglo veinte.

En algunos barrios de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires aparecen volantes que reclaman por el ex vicepresidente y ministro de trabajo.

Uno de ellos dice: “La contrarrevolución mantiene preso al liberador de los obreros argentinos, mientras dispone la libertad de los agitadores vendidos al oro extranjero. Libertad para Perón. Paralizad los Talleres y los Campos”.

Los panfletos llevan la firma de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM).

Militantes de la Alianza Libertadora Nacionalista y simpatizantes espontáneos recorren las calles del centro de Buenos Aires al grito de “¡Patria sí, colonia no!”.

La policía intenta disolverlos con gases lacrimógenos pero los manifestantes vuelven a reagruparse.

A la noche hay 87 detenidos.
En la madrugada del 17, los obreros que desde el día anterior esperan una resolución de la Confederación General del Trabajo (CGT), se lanzan a las calles mientras sus dirigentes se meten en la cama.

Los asalariados imponen de hecho una huelga general sin esperar la fecha fijada por la adormilada conducción de la CGT.

La espontánea decisión se extiende como una reacción en cadena a otros puntos de la ciudad, de las provincias, del país.

Los trabajadores pasan por encima de sus titubeantes líderes gremiales, desbordan a sus sindicatos e ignoran olímpicamente las recomendaciones de comunistas, socialistas y anarquistas.

Para colmo de males, algunos cuadros políticos y militantes de base de estas tres tendencias abandonan para siempre sus organizaciones y se unen a los seguidores del coronel “nazi-nipo-fascista”.

Atados a esquemas europeos, algunos dirigentes de “izquierda” y teóricos “rigurosamente científicos” no entienden –y parece que nunca entenderán– que ciertos movimientos populares no son químicamente puros ni surgen de mezclar probetas en un laboratorio.

Los obreros tampoco hicieron caso, desde luego, a los discursos de casi todos los partidos políticos, los esfuerzos del embajador estadounidense Spruille Braden, los editoriales de la prensa “democrática”, las conspiraciones “institucionales” de los cuarteles, las cultas tertulias del Jockey Club y las encopetadas reuniones de la Unión Industrial Argentina, la Sociedad Rural y la Bolsa de Comercio.

Los asalariados carecen de un programa político o de un plan de acción.

Sólo mencionan un nombre a gritos: Perón.

Concentran su fuerza en un objetivo único: la libertad del coronel.

El día anterior un médico militar amigo del oficial detenido le diagnostica una (falsa) pleuresía y logra convencer al alto mando del ejército de regresarlo a Buenos Aires para tratarle la “afección”.

A las 6:30 de la mañana del mismo 17, después de cuatro horas de navegación, llega a la Capital Federal la lancha que conduce al prisionero y su custodia.

Lo llevan al Hospital Militar Central y lo “internan” en el quinto piso.

Es un día de calor, pegajoso y húmedo.

“¡Perón sí, otro no!”

En las primeras horas de la mañana, los trabajadores de las fábricas de Avellaneda, Lanús y Quilmes y de los frigoríficos de Berisso y Ensenada comienzan a formar grupos para marchar a pie hacia Buenos Aires.

Llevan banderas argentinas y retratos de Perón.

Pocas horas después, desde La Plata salen camiones repletos de gente con el mismo rumbo..

Unos y otros convergen a las nueve de la mañana en la entrada a la Capital Federal pero se encuentran con que el puente Pueyrredón y otras vías de acceso sobre el Riachuelo, han sido levantados por orden de la policía y la Prefectura Marítima para impedirles el paso.

Los agentes obligan a descender a los pasajeros de distintos medios de transporte que logran pasar, los palpan de armas y les informan que deben continuar a pie. “Cumplimos órdenes”, aseguran.

Las órdenes, sin embargo, no se cumplen en otros lugares.

Los trenes no funcionan. Los empleados ferroviarios están en huelga.

Paralelamente, columnas de hombres y mujeres provenientes de barrios populares atraviesan Buenos Aires rumbo a la Plaza de Mayo.

Vienen de La Boca, Nueva Pompeya, Parque Patricios, La Paternal, Devoto, Villa Urquiza, Lugano, Liniers, Flores. Confluyen con gente humilde que llega de la Zona Oeste del Gran Buenos Aires, Merlo, Moreno y Morón.

Por diferentes accesos, arriban trabajadores de Zárate y Campana.

Otros vienen de más lejos.
Hay soldados acuartelados en Campo de Mayo y otras guarniciones.
Lo mismo ocurre en todas las comisarías. Militares y policías están divididos en sus simpatías: aguardan, tensos, la orden para reprimir.

Algunos destacamentos de vigilantes que se han desplegado en vías estratégicas hostigan a pequeños grupos que caminan por el medio de la calle. Otros, en cambio, los protegen.

El día avanza. Como ríos, pequeños grupos se unen y se transforman en compactos torrentes que marchan por Rivadavia, Avenida de Mayo, Balcarce, Diagonal Norte.

Frente a la Casa de Gobierno, mientras tanto, la plaza se va llenando lentamente.

Algunos manifestantes comienzan a gritar: “¡Aquí están, éstos son, los muchachos de Perón!”.

Otros, agotados por la larga caminata y el calor, se quitan los zapatos y sumergen los doloridos pies en las fuentes de agua.

Raúl Scalabrini Ortiz, testigo de la época y miembro de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), describe aquella jornada que le cambió el rostro a Argentina:

El sol caía a plomo sobre la Plaza de Mayo, cuando inesperadamente enormes columnas de obreros comenzaron a llegar.

Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas y talleres.
Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pringues, de restos de breas, grasas y aceites.

Llegaban cantando y vociferando, unidos en una sola fe.

Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir.

Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías.

Descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos nórdicos y al trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún.

Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora.

Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, la hilandera y el empleado de comercio. Era el subsuelo de la patria sublevado”.

Otro testigo de la época, Juan José Hernández Arregui, relata con idéntico entusiasmo:
A caballo unos, en bicicleta o camiones otros, a pie los más, aquella muchedumbre abigarrada marchaba como un sonámbulo invulnerable.

La argentina de los campos vacíos, siempre iguales a sí mismos, estaba paralizada. Todo el país había concentrado la energía del trabajo cotidiano en una gigantesca huelga general.

Los obreros de los frigoríficos, del petróleo, del caucho, los portuarios, de la construcción, habían cruzado sus brazos sobre el pecho.

Los trenes, inmóviles como largos animales dormidos, exhibían en la protesta desoladora y terrible de su mudez, esa voluntad nacional de un pueblo más tensa que los poderes entumecedores de una historia construida con millones de seres aplastados y levantada sobre un siglo de infamia. «¡Libertad para Perón! ¡Perón sí, otro no! ¡Muerte a los traidores!», se leía en los vagones ferroviarios.

Desde Córdoba, Tucumán, San Juan, Mendoza, Jujuy, los parias anuales de las cosechas, los criollos a precios módicos, descendían en marejadas sombrías a la ciudad puerto como símbolos eternos de un pueblo eterno”.

A ellos suma su visión el ensayista Arturo Jauretche, presidente de FORJA:

Fue un Fuenteovejuna: nadie y todos lo hicieron.

Se llenó la plaza, en una especie de fiesta, de columnas que recorrían la ciudad sin romper una vidriera y cuyo pecado más grande fue lavarse «las patas» en las fuentes porque habían caminado quince, veinte o treinta kilómetros”.

Mientras tanto, la policía recibe la orden de bajar el puente Pueyrredón y permitir el paso.

Los trabajadores de La Plata, Berisso y Ensenada trasponen el límite entre la provincia y la Capital Federal. Los agentes dejan de hostilizar a los manifestantes.

Se sabe que ciertos oficiales del ejército y la policía que simpatizan con Perón están dispuestos a tomar algunos regimientos y el Departamento Central de Policía. Cesa el acuartelamiento de los militares en sus guarniciones.

Una mujer amante
Durante las tensas horas que transcurren entre la detención de Perón y el anuncio de que se encuentra en el Hospital Militar, una mujer ha desplegado una frenética actividad.

Se llama María Eva Duarte y es amante, en todos los sentidos de la palabra, del coronel.

Desde su celda en la isla Martín García él le había enviado una carta lamentando la traición de esas Fuerzas Armadas a las que había dedicado más de la mitad de su vida.

El militar, que la apoda “mi chinita”, le proponía que ambos se olvidaran para siempre de la política y retiraran a vivir a las montañas.

La historia, sin embargo, les había reservado otro destino.

Eva es, en ese momento, una fiera herida.

Hace una llamada telefónica tras otra, se reúne con políticos, periodistas, camaradas de armas de Perón, gremialistas.

Se sube a un automóvil y se hace llevar de un lado a otro de la ciudad.

Es una mujer enérgica que habla con hombres y sabe tratarlos.

Discute, persuade, hierve de furia, derrama lágrimas, promete, insulta a los gritos.

En menos de lo que canta un gallo ha convocado a su alrededor a un grupo numeroso, selecto y leal de hombres de ideas y acción.

Luego de hablar con ella, cada uno parte a su cuartel, sindicato, barrio, periódico, radio o centro de actividades políticas.

La Argentina “invisible” muestra su rostro
Los altos mandos del ejército deben haber razonado que no exageraba el diario La Época cuando, pocos días atrás, había titulado en su primera plana: “Desde La Quiaca hasta Tierra del Fuego, desde el Atlántico hasta los Andes, se pide, se clama y se exige la libertad del coronel Perón”.

Posteriormente, el escritor Leopoldo Marechal, autor de Adán Buenosayres y Megafón o la guerra, relató el impacto que le causó el 17 de octubre de 1945:

“El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García. De pronto, me llegó desde el oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular, y enseguida su letra: «Yo te daré / te daré patria hermosa / te daré una cosa / una cosa que empieza con pe: / Peróoon».

Y aquel «Peróoon» resonaba periódicamente como un cañonazo.

“Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo. Vi, reconocí y amé los miles de rostros que la integraban: no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina invisible que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas, y no bien las conocieron les dieron la espalda. Desde aquellas horas me hice peronista.

“Decidí entonces, con mis hechos y palabras, declarar públicamente mi adhesión al movimiento y respaldarla con mi prestigio intelectual, que ya era mucho en el país. Esto me valió el repudio de los intelectuales que no lo hicieron y que declararon al fin mi proscripción intelectual”.

A las 11:10 de la noche, después de varias idas y venidas entre la Casa de Gobierno y el Hospital Militar, de deliberaciones y discusiones, Perón se hizo presente en un balcón de la Casa Rosada.

Aclamado, habló a sus seguidores cuando faltaban diez minutos para la medianoche.

El historiador británico Daniel James menciona en Resistencia e integración una situación sin antecedentes en el Buenos Aires de ese convulsionado año: “El hecho de que la manifestación culminara en la Plaza de Mayo fue por sí solo significativo. Hasta 1945 esa plaza, situada frente a la Casa de Gobierno, había sido en gran medida un territorio reservado a la «gente decente», y los trabajadores que se aventuraban allí sin saco ni corbata fueron más de una vez alejados e incluso detenidos”.

El primer mártir
Al finalizar ese día, el naciente peronismo tuvo un mártir, el primero de una larga, casi interminable lista.

A la una de la mañana, cuando terminó la concentración en la Plaza de Mayo, un grupo de jóvenes manifestantes marchó en dirección al edificio del diario Crítica, en Avenida de Mayo 1333.

El periódico dirigido por Natalio Botana había asegurado esa tarde que Perón era un “mito fascista”.

Además, había publicado en primera plana una fotografía de cinco personas que cruzaban la avenida 9 de Julio: “Estas son las huestes del coronel Perón”, decía el grueso título.

La foto, tomada en la mañana temprano desde la terraza de un edificio de varios pisos, intentaba transmitir la imagen de una avenida vacía en la que apenas se veía un minúsculo grupo de personas.

Los muchachos peronistas, exaltados, lanzaron piedras y rompieron los vidrios de las ventanas.

Desde la terraza, los pistoleros de Botana dispararon sus revólveres. Parapetados detrás de automóviles estacionados y árboles, algunos militantes de la Alianza Libertadora Nacionalista respondieron al fuego.

El tiroteo fue infernal y duró hasta las tres de la mañana.

Cuando todo terminó, quedaban 50 heridos en la calle.

Uno de ellos había recibido un balazo en la cabeza y murió poco después. Se llamaba Darwin Passaponti y tenía 17 años.

Había nacido el primero de noviembre de 1927 y le faltaban dos semanas para adquirir la mayoría de edad. Estudiaba en el Colegio Normal Mariano Acosta y militaba en la Alianza Libertadora Nacionalista.

Su padres eran farmacéuticos: ella, una ferviente católica nacida en Entre Ríos; él, un anarquista oriundo de Santa Fe, que escribía obras de teatro.

Aciertos y errores, simpatías y rechazos
Al día siguiente, bajo el título “Los grupos peronianos cometieron sabotaje y desmanes”, Crítica presentó su versión de los hechos:

“El anunciado movimiento popular de los peronistas ha fracasado estrepitosamente, en un ridículo de extraordinarias proporciones. Las multitudinarias e imponentes columnas que los adictos al ex vicepresidente prometían reunir para dar la sensación cabal de su poderío, se han trocado en grupos dispersos que recorren las calles con paso cansino, en medio de la indiferencia y el desprecio de la población... No obstante, ante el fracaso, los elementos más recalcitrantes de ese peronismo en veloz menguante, tratan de hallar desquite cometiendo desmanes y recurriendo al sabotaje”.

La Nación describió a “grupos revoltosos” e “individuos en completo estado de ebriedad”. Los diarios de la llamada oligarquía no fueron los únicos asombrados por la concentración del 17 de octubre; la enorme manifestación popular también causó estupor a los periódicos La Vanguardia, del Partido Socialista, y Orientación, del Partido Comunista.

El stalinista de derecha Rodolfo Ghioldi, dirigente del PC, declaró a principios de 1955: “Lo que es de lamentar en Argentina es que estas masas obreras que se han incorporado a la vida gremial, hayan roto su virginidad política bajo la advocación del señor Perón”.
El 21 de octubre de 1945, cuatro días después de su liberación de la isla Martín García, el coronel Juan Domingo Perón se casó con la actriz María Eva Duarte.

En 1945 había surgido en el país del trigo y las vacas un movimiento histórico que se extendería –con marchas y contramarchas, y pese a todos los esfuerzos por erradicarlo– hasta fines del siglo veinte.

Durante largos años, el peronismo tendrá sus partidarios y sus detractores: unos, harán hincapié en sus realizaciones sociales; otros pondrán énfasis en sus errores.

Por décadas, los habitantes del país no podrán mantenerse al margen o ser indiferentes.

La simpatía o el rechazo se transmitirán de generación en generación.

Un historiador que no es peronista, Pedro Santos Martínez, escribió en 1946-1955 - La nueva Argentina: “Hace treinta años que la actualidad argentina está empapada de Perón. Cuando los grandes problemas argentinos que nos afectan son analizados, siempre se encuentra presente el peronismo. Ya sea para reconocerle su contribución o para lamentar el camino por donde orientó al país. Esta realidad peronista estimula o irrita. Es un ente político cuya vigencia en la historia nacional de nuestro tiempo está cargada de genialidades y mezquindades. Es grandiosa y mísera a la vez. Es lugar de referencia, de contraposición y de litigio. De ahí que nadie puede permanecer indiferente cuando se trae a colación”.

“Los opositores no fueron más felices. Sus aportaciones, excesivamente detractoras, solían presentar al período como un tránsito por el infierno. Muchos de ellos vivían un país que no era el que tenían ante sus ojos. A la espera de que Perón cayera del gobierno desde el día siguiente que lo asumió, todo cuanto él hacía era –en opinión de estos augures–provisional y demagógico. Así transcurrieron los años y no supieron ver los logros alcanzados por el país. Cuando volvieron, después de haber sido derrocado Perón, un buen núcleo creía que la historia se había detenido en 1943.

“El gobierno de Perón integra ontológicamente la vida argentina contemporánea. Se nos ha dado como una herencia, apetecida o no, pero real y que, en forma esencial, se halla inserta en la vida contemporánea. Sus logros han pasado a ser los de todos los argentinos del presente. Sus fracasos también, y han de servir como experiencia. En definitiva, pertenece al acervo histórico de la Argentina y debemos tener una actitud patriótica para entenderlo de este modo”.

En 1969, a más de dos décadas de aquel día, el historiador Félix Luna publicó El 45.

Su impresión de ese año también tiene un gran valor porque, a pesar de no ser simpatizante peronista, se esforzó por comprender el significado de esa especial jornada y llegó a afirmar: “No hay nada en nuestra historia que se parezca a lo del 17 de Octubre”.

Por Roberto Bardini

PERON EL HOMBRE QUE GENERO UNA NUEVA CONCIENCIA SOCIAL

EL DÍA QUE, EN DEMOCRACIA, DEGRADARON AL TTE. GRAL. JUAN DOMINGO PERÓN


Con la Revolución del 4 de junio de 1943 se cierra la tristemente célebre década infame en la que el pueblo era sometido al hambre, la miseria, enfermedades sociales, al fraude y la corrupción.


Es derrocado el presidente Castillo por una Junta Militar integrada por los Generales Arturo Rawson, Pedro Ramírez y el Vicealmirante Saba H. Sueyro.


El Coronel Juan Domingo Perón es designado Jefe del Estado Mayor de la Primera División del Ejército.


La Presidencia queda a cargo del General Arturo Rawson, quien renuncia el 6 de Junio y es reemplazado por el General Pedro P. Ramírez, siendo su Ministro de Guerra el General Edelmiro Farrell y su Jefe de Secretaría, el Coronel Juan Domingo Perón.


A pesar que diferentes posiciones se debatían dentro del gobierno, fue el pueblo y sus organizaciones que tendrían un papel relevante en los acontecimientos que se irían desencadenando y un conductor se asomaba así a la historia a partir de su designación como Presidente del Departamento Nacional del Trabajo primero y como Secretario de Trabajo y Previsión, después.


Comenzaba a cambiar la historia, iniciando la era de la política social argentina, el peronismo surgirá de este movimiento de origen militar que tenía raigambre nacional, que evitó la asunción como Presidente de Robustiano Patrón Costas, en un arreglo de los falsos demócratas con la Cámara de Comercio Británica, que pretendía sostener la dominación británica en lo cultural, político y económico, utilizando el fraude y el negociado como instrumento de supervivencia de un cruel sistema: el Estatuto Legal del Coloniaje –según Don Arturo Jauretche.


Finalmente, este proceso desembocó en una de las elecciones más limpias de nuestra historia hasta ese momento, y de él surgiría el movimiento nacional y popular más importante de la América Latina: el Justicialismo, llevando al Coronel Juan Domingo Perón a ser electo tres veces Presidente Constitucional de los argentinos, con un porcentaje creciente y abrumador en cada una de las tres elecciones.


Ese Coronel del Ejercito Nacional, fue conocido, primero como "el Coronel del Pueblo" y mas tarde no hacia falta pronunciar su nombre, bastaba y aun hoy basta, con decir "El General".


Pues bien, a pesar de todo esto, a pesar de que el general Perón le puso una bisagra a la historia, a pesar de haberse convertido en El Hombre de tres siglos –nació en el XIX, desarrollo su histórico legado en el XX y aun hoy, en el XXI, perdura ganando elecciones con su nombre- no existe un monumento en la actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires que lo recuerde.


A una calle, ex Cangallo, en 1984, durante la intendencia de Julio Cesar Saguier, se la bautizo (en un tramo de 45 cuadras) con el nombre de "Tte. General Juan Domingo Perón" dejándolo escoltado –con toda alevosía- por Mitre y Sarmiento.


Finalmente la Secretaría de Cultura de la Nación adjudico al escultor Enrique Savio, ganador del concurso para erigir un monumento a la memoria de Juan Domingo Perón en cumplimiento de la Ley 23.452, su modificatoria 25734 y el decreto reglamentario 1256/03, la construcción del mismo.


Integraron el jurado tres artistas plásticos (Leo Vinci, Raúl Orlando Santana y Daniel Santoro); tres miembros de la Secretaría de Cultura de la Nación (Américo Castilla, reemplazado luego por María Nieves Arias Incollá, Andrés Duprat y Lorenzo Pepe); un representante del ámbito político (Antonio Cafiero); uno del Senado de la Nación (Liliana Fellner); uno de la Cámara de Diputados (José María Díaz Bancalari); y uno del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (César Fioravanti).


Antonio Cafiero fue presidente del jurado.


De acuerdo a la Ley del Gobierno de la Ciudad Nº1735/05, la escultura se emplazará en el predio que delimitan las calles Teniente General Juan Domingo Perón, avenida Eduardo Madero, avenida Rosales y Paseo de la Rábida Norte, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
No es motivo de esta reseña recordar que el Dr. Ricardo Balbín posee el suyo en la Plaza de los Dos Congresos, ni que Mitre nos mira desde la diagonal como indicando el camino a los legisladores de la ciudad, etc.


Antes de proseguir recordemos unos párrafos de la obra de Joseph A. Page "PERON Segunda Parte (1953-1974)" Capitulo 24 PERON AL PODER, primera parte – pg. 270:
"El éxtasis encendía el rostro del teniente general Juan Domingo Perón cuando salió de su residencia en la mañana del 12 de octubre de 1973, cuatro días después de su septuagésimo octavo cumpleaños. Se dirigía a las ceremonias de asunción del cargo de primer mandatario de la Argentina y, lo que es mas importante, este era la primera vez, en casi dos décadas en que aparecía vestido con su uniforme militar.


Había sufrido inmutable los rigores del exilio y los vilipendios que se le endilgaron durante esos años.


Pero la flecha que lo había herido mas profundamente había sido el tratamiento que había merecido de parte de sus pares, de sus camaradas de armas.


Su regreso no hubiera sido completo sin el lavado de la mancha que enlodaba su legajo militar.


Aunque el grado y los privilegios le habían sido devueltos, la rehabilitación total exigía que se presentara públicamente vestido con su uniforme militar.


El hecho de que el eligiera el día de las ceremonias de su juramento como presidente para hacerlo, decía cosas que muchos de sus simpatizantes, especialmente los jóvenes, no querían saber respecto de la imagen que el tenia de si mismo."


Resulta increíble que, cuando finalmente parecería que la historia le rendirá el homenaje que aun le debe a quien fuera el padre del Estado Nación, de la Patria Socialmente Justa, Políticamente Libre y Económicamente Soberna, ese jurado de "notables" y "peronistas" haya adjudicado la obra para la construcción de un Perón vestido de civil, que lo recuerda en la postrimería de su vida, con un sobretodo con cuello de piel, dando su despedida a su pueblo, y no su imagen de Tte. Gral. y Presidente de la Nación poniéndose a la cabeza de una nueva patria que surgía.


Hasta la letra de la marcha partidaria lo recuerda repitiendo y repicando: "Mi general cuanto vales", y otras tantas figuras literarias evocativas, lo que jamás podrán dejar atrás es que, cada vez que se diga "EL GENERAL" todos sepamos de quien se esta hablando, así lo llamaron y lo seguirán llamado todos los compañeros peronistas, lo vistan del modo que quieran vestirlo en cualquier monumento que le hagan.


Eso si, concebir un monumento de homenaje hacia él, y vestirlo de civil, en el ocaso de sus días, es nuevamente degradarlo, quitarle su orgullo de ser un militar nacional, un general de la nación, esta vez desde la democracia, dándole un trato igual al que las dictaduras liberales le dieron durante sus dieciocho años de exilio.


En fin, cada uno sabrá sus motivos y se hará cargo del juicio de la historia.


Pero nosotros seguiremos cantando ¡ Mi General, Cuanto Valés !

LA TERCERA DIMENSIÓN DE LA INJUSTICIA.

“Yo sabía que había pobres y que había ricos; y sabía que los pobres eran más que los ricos y estaban en todas partes…” (Evita)

Bailando, cantando . . . o haciendo lo que sea por un sueño, que no es un sueño, es resignación.

Al leer el comienzo, inmediatamente nos remitimos a un programa de televisión, quizás el más visto en los últimos tiempos.

Y al escuchar la propuesta del sueño, iluso de mí, hubiera deseado presenciar que esos sueños fueran, por ejemplo, un viaje por Egipto, o aprender a bucear, o recorrer el misterioso y lejano oriente, quizás hacer una súper fiesta para la próxima quinceañera de una familia, o como en otras épocas (v. gr. Odol pregunta) que alguno se ganara UN MILLON al responder correctamente.

¿Recuerdan que premio al conocimiento que era?

Es decir, cosas así, sueños, deseos de realizar algo extra, que ni loco, ni en pedo, se pareciera a cuestiones básicas y elementales de la vida.

Pero esto no viene sucediendo desde el inicio de estos ciclos y cada año se agrava, va en aumento la disminución del concepto del sueño, como una ecuación geométricamente inversa, los sueños no son tales, son necesidades básicas, elementales, son vidas humilladas, ya no son sueños.

Evita nos enseñó que donde hay una necesidad hay un derecho.

La puta entonces que hay derechos avasallados, derechos humanos pisoteados.

¿Como puede ser que alguien presente como “un sueño” tener un aljibe de agua y un baño en un colegio?! o equipar el Hospital de un pueblo con una incubadora para recién nacidos, o darle una ambulancia a un centro asistencial de Ushuaia para que llegue al Hospital mas cercano a unos 40 kilómetros, comprarle una bicicleta a un maestro para que pueda llegar a dar clases, poner un techo en una escuela. . . no quiero seguir enumerando porque me pongo a llorar.

Que joder, los intendentes, gobernadores y responsables de que esas necesidades se transformen en “sueños” deberían presentar su renuncia al puesto que inútilmente ocupan desde el mismo momento en que eso se transforma en el sueño a ser defendido en cámara por cantantes y bataclanas, entre escándalos mediáticos y otras yerbas.

Recuerdo, volviendo a Evita que ella escribió en su “La Razón de Mi Vida”:
“Yo sabía que había pobres y que había ricos; y sabía que los pobres eran más que los ricos y estaban en todas partes.

Me faltaba conocer todavía la tercera dimensión de la injusticia.

Hasta los once años creí que había pobres como había pasto y que había ricos como había árboles.

Un día oí por primera vez de labios de un hombre de trabajo que había pobres porque los ricos eran demasiado ricos; y aquella revelación me produjo una impresión muy fuerte.

Relacioné aquella opinión con todas las cosas que había pensado sobre el tema. . . y casi de golpe me dí cuenta que aquel hombre tenía razón. Más que creerlo por un razonamiento, “sentí” que era verdad.

… Con aquel último paso había llegado a conocer la tercera dimensión de la injusticia social.

…No comprendía que habiendo pobres hubiese ricos y que el afán de éstos por la riqueza fuese la causa de la pobreza de tanta gente.

Nunca pude pensar, desde entonces, en esa injusticia sin indignarme, y pensar en ella me produjo siempre una rara sensación de asfixia, como si no pudiendo remediar el mal que yo veía, me faltase el aire necesario para respirar.

Ahora pienso que la gente se acostumbra a la injusticia social en los primeros años de su vida. Hasta los pobres creen que la miseria que padecen es natural y lógica. Se acostumbran a verla o a sufrirla como es posible acostumbrarse a un veneno poderoso.

YO NO PUDE ACOSTUMBRARME AL VENENO NUNCA”


Esto escribió en 1951 y dedicó toda su vida a contrarrestarlo, dejo su vida en el camino de solucionar esa miseria y arrancar esa resignación.

Recuerdo una anécdota que me contó la querida “Lala” Marin, decía ella que siendo secretaria de Evita en la Fundación, ya entrada la noche, una de las mujeres que estaba siendo atendida en sus requerimientos, le agradecía a Evita haberle concedido lo que le había solicitado (un terrenito y un préstamo hipotecario a gestionar para construir su vivienda), fue entonces que Eva se volvió a Lala y le preguntó;

“¿Ya tiene todo lo que necesita la señora” . . . un breve silencio y Lala, sorprendida le responde:

“Si señora, ya tiene todo lo que pidió no necesita nada mas”
Entonces Evita la llamo a un costado y le dijo que se tomara cinco minutos para pensar y le respondiera nuevamente. Paso el tiempo y volvió a preguntarle:

-“¿Lala, tiene todo lo que necesita la señora?”

- “Me parece que si”, se atrevió a responder.

Evita le redondeo el tema diciéndole:

- “¿No te das cuenta que a la señora le faltan muchos dientes? No Lala, no tiene todo lo que necesita, ya le dí lo que pidió pero necesita además que la envíes a un odontólogo para que le arregle la boca, eso no lo tiene que pedir, eso nosotras tenemos que verlo”

Es el mismo concepto del llamado "círculo vicioso de la pobreza", de Nurkse, en el cual el hambre y la pobreza que actúan y vuelven a actuar como dos factores de acción acumulativa, hacen que los hambrientos no puedan comer, porque no son capaces de producir, y no producen porque son hambrientos.

Estas necesidades NO SON SUEÑOS, son derechos humanos avasallados, sin que nadie haga nada para que esto no suceda. El ejemplo de la escuelita Media Luna de la localidad de Miraflores, Provincia del Chaco, sólo es el botón que sirve de muestra, que los chicos tengan que tomar agua del mismo poso de donde abrevan caballos y ganado y deseen un aljibe NO ES UN SUEÑO, que no tengan un baño que utilizar NO ES UN SUEÑO, CARAJO.

Me duele hasta el alma que todos pongan cara de tarados tiernos viendo lo que les pasa a esos pibes y que, terminado el programa, cambien el canal para ver una película y de inmediato se olviden de lo que vieron.

Porque más allá del, baile, del canto, o de la conjunción de los dos para ver quien gana para cumplir alguno de esos “sueños” dicen ellos, NECESIDADES BASICAS DE UN SER HUMANO digo yo, las situaciones siguen, se repiten año tras año y cada vez “los sueños” son menos sueños y mas dolorosos y oprobiosas resignaciones.

Bien que Tinelli le solucione el tema especifico a esa escuelita, pero no basta, no funciona así, hay miles de chicos esperando, compatriotas, necesitando que de una vez cuando se piense en los pobres se piense en pobre. Es el Estado Nacional, Provincial o Municipal el que debe solucionarlo, pero no para mañana, para ayer, hace rato que a mi ya se me acabo la paciencia de seguir esperando.

Basta de Damas de Caridad y de Programas de Caridad, debemos construir nuevamente la red de Acción Social que Eva nos enseñó a armar y poner en marcha.

Reconstruir la red social y redistribuir la riqueza no hay mas tiempo para esperar.

Por Daniel Brión

TESTIMONIOS DEL 17 DE OCTUBRE DE 1945

El regreso se me hizo difícil, porque era tanta la gente que había llegado de todas partes, que recién llegué a las cinco de la mañana a mi casa



NUNCA HABRÁ OTRO 17 DE OCTUBRE

Juan Adolfo Flury es un “vivaz” y memorioso militante de 81 años que vive desde hace 48 años en Ciudad Evita, donde conduce desde 1953, la Unidad Básica “Evita Eterna”, y participó del 17 en la Plaza de Mayo.

Así lo contó:
En 1945 yo ya trabajaba políticamente en los cuadros denominados “Soldados de Perón” que tenían la misión específica de mantener las pintadas en todos los barrios de Capital Federal.”Estos trabajos se hacían de noche y los había creado el Coronel Domingo Mercante”.
Comenzamos en 1943 y para el 45 ya éramos una masa concientizada.
Yo viví el 17 de Octubre como uno más, porque era muy grande la alegría y la afluencia de gente.
La mañana de ese día nos juntamos todos los muchachos del grupo y comenzamos a avisar a todos los obreros que había que salir.
Yo trabajaba en la firma Bonafide como encargado de control de calidad y no quedó nadie en la fábrica. Recuerdo que después me echaron de ahí por hacer cumplir las leyes laborales.

¿Se pasaron todo el día en la Plaza de Mayo?
Sí, nadie se movió de su lugar. Los bolicheros de los alrededores no daban algún sanguchito y agua para aguantar. De alguna forma fue una fiesta, nunca vi algo así. No había ninguna información oficial, pero cuando a la noche se corrió la voz de que venía el General, la gente saltaba, cantaba, lloraba.
Cuando recuerdo esos años se vivía tranquilo y con respeto. Para mí, nunca habrá otro 17 de Octubre...

¿ Por qué cree usted que se genera el 17 de Octubre?
Este cambio se dio porque el estado de la gente era tremendo, había mucha pobreza, mucha pasividad.
El obrero soportaba toda con estoicidad, se aguantaba horas y horas parados frente a un cartel que pedía 2 obreros pero recién al otro día. Era tanta la pobreza, que la que hay ahora ya no me asusta.
Eso fue generando una conciencia que está muy bien expresada en la Doctrina Peronista, ésa que muchos peronistas olvidaron y otros ni la conocen.
Hoy eso de que “para un peronista no hay nada mejor que otro peronista” ya no existe más. Hoy si usted dice que es peronista le preguntan primero de qué Línea es... a quien responde...

LOS RECUERDOS DE PERON Y EVITA
¿ Usted vió a Perón antes y después del 17, Flury?
Sí, antes del 17 dos veces porque, como le dije, formábamos el grupo “Soldados de Perón”, pero luego comencé a trabajar en la Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación con excelentes periodistas como Enrique Portugal, José Ramón Luna, Gastón Talamón y los hermanos Sojit, entre otros.
Como yo era un hombre de confianza a menudo llevaba mensajes directamente al General. Para mí era muy fácil verlo, pero siempre me emocionaba y casi ni podía hablar.
Era un tipo que se sonreía y lo cautivaba a uno.
Después vino Evita, entonces Perón pasó a un plano superior, al de las grandes realizaciones del país, y ella quedó en el aspecto social.
Era una mujer absorbente que no aceptaba errores y que exigía el cumplimiento al momento de los pedidos de los pobres. ¡Y guay que alguno despreciara a su gente!
Una vez fui a Tucumán con ella en el tren que paró fuera de la estación.
La gente quería verla, tocarla, darle cosas... “Una viejita no podía pasar entre la gente con un plato para ella, tapado con un repasador. Evita la vió y la llamó, así la viejita pudo entregarle unas empanadas que le había hecho. Uno de la comitiva dijo: ¿Tanto lío esta vieja por unas empanadas? Evita lo escuchó y lo mandó bajarse del tren y volver a Buenos Aires, despedido”.
Ése era el respeto que ella tenía por la pobreza.
Se desesperaba cuando no podía hacer algo por un chico desnudo, trabajaba muchas horas y no comía normalmente. Comía y trabajaba al mismo tiempo.
Un día Evita me preguntó: ¿Qué necesita Flury?.Una casa señora, le dije, porque vivía en una piecita con cocina con mi esposa en Flores. Así vine en el ´52 a la sección 1°, Circunscripción 1°, de esta hermosa Ciudad Evita que es un ejemplo de obra los obreros y nunca se terminó y además, está abandonada.

ESTABA EMBARAZADA PERO IGUAL FUI

A Perón lo habían llevado preso a Martín García y había orden de que no se diera ninguna noticia al pueblo, pero nos enteramos por Radio Colonia dónde estaba. Mi marido me avisó que se iba a la Plaza de Mayo y me dijo que me quedara porque estaba embarazada de cinco meses.
Nosotros vivíamos en la calle Esmeralda al 600 y me metí en una caravana donde iban hombres y mujeres mezclados. Unos muchachos me hicieron como una cadena cuando me vieron para que nadie me empujara ó golpeara.
Llegamos a la Plaza y nos quedamos a la altura de la Catedral, después me ubiqué más en el centro de la Plaza, solita, sin saber dónde estaba mi marido.
La gente estaba enardecida pero sin provocar ningún desmán.
Empezaron a correr rumores de que ya lo traían y salió al balcón el General Farrell diciendo que Perón estaba viniendo...
Así contaba su testimonio la Sra. Juana Álvarez de Pérez, una simpática tucumana de 80 años que vive en Ciudad Evita desde 1952.
Nadie le creía al Coronel Farrell, sólo queríamos verlo vivo a Perón. Así pasaron las horas y después de las 8 de la noche se asomó por una ventana y nos gritó “Hola, compañeros!!. Ahí fue un sólo grito y una ovación. Perón sí, otro no, gritaban. Después, habló Farrell y otra persona que no recuerdo quién era, y al final, Perón!!”
Cantamos el Himno y así la gente fue calmándose.
Bueno, ahora vayan tranquilos para sus casas, nos pedía el general. Entonces todos gritaban: Mañana San Perón!!. Y así fue...
“El regreso se me hizo difícil, porque era tanta la gente que había llegado de todas partes, que recién llegué a las cinco de la mañana a mi casa”.
Imagínese, ¡¡quién iba a dormir esa noche!!