El sociólogo Artemio López, titular de la investigadora de opinión pública Equis, publicó una interesante reflexión sobre la tarea que emprende Amado Boudou en el INdEC. Urgente24 tiene una posición ya conocida por sus lectores: nada que se haga en el INdEC que no pase por su descentralización absoluta puede funcionar. Tendría que ser un organismo como la AFIP o el Banco Central, no un apéndice del ministro de Economía. De todos modos, es interesante leer otras opiniones:

La normalización del INDEC es una demanda central sobre la nueva etapa post 28J. Sin duda reconstruir el sistema estadístico nacional de la distorsión producida a partir de enero de 2007, será un paso importante para el gobierno nacional, es de esperar que encaminado a modelar la transición hacia 2011 con la menor cuota de conflictos evitables, requisito central de la etapa post 28J.
Cabe, sin embargo, observar que el impacto de la distorsión del sistema estadístico en modo alguno tiene en el IPC su único núcleo estratégico, distorsión justificada por algunos bajo el discurso del fraude patriótico para evitar pagar intereses de deuda, etc.
No parece sensato este discurso o al menos no puede ser universalmente aplicado al conjunto de la manipulación sobre el sistema.
Por caso en nuestra perspectiva, también es central que hayan desaparecido las mediciones sobre distribución del ingreso e informalidad laboral surgidas de las bases de Encuesta Permanente de Hogares, que ya no están disponibles para el usuario habitual desde el 1er. trimestre de 2007 con datos sociales estratégicos, que no están vinculados a ningún cálculo financiero.
Esta lamentable ausencia de información oficial confiable obliga a trabajar con groseras aproximaciones responsables entre otras cosas del colorido festival de pobres que hoy existe en el país, con cifras que van del 15% oficial al 40% eclesiástico, pasando por las más amplias gamas imaginables, basadas todas en estimaciones o relevamientos, estadísticamente muy poco robustos.
Del tratamiento mediático del tema, con perfiles de culebrón en la mayoría de los casos, de lo mejor resulta la nota que planta hoy Raúl Dellatorre . Un párrafo nos sirve de muestra:
Es cierto, la solución Boudou no responde a las expectativas políticas. Pero habrá que valorar en su exacta medida la audaz propuesta de poner en manos de un consejo académico la evaluación técnica del desempeño del Indec. Si ese cuerpo se integra velozmente, será una señal fuerte y una chance de correr el debate a otro terreno.
Se presume que la Universidad de Buenos Aires y la de 3 de Febrero adherirán sin condicionamientos. Son dos de las que más desarrolladas tienen las carreras estadísticas. Otras dos que aportarían lo suyo al prestigio del nuevo Consejo son Tucumán y Rosario, esta última muy importante además porque fue cuna de muchos de los técnicos que pasaron por el Indec, incluidos muchos desplazados por la actual gestión.
La comisión gremial interna de ATE-Indec y los trabajadores alineados en este sector rechazan esta propuesta, descalificándola porque ratifica a la actual conducción y encima eleva el rango de Itzcovich.
Al flamante director técnico lo condena su presente, en especial su alineamiento con Guillermo Moreno. Pero lo redime su pasado: con 17 años de carrera en el Indec, es un técnico que puede mostrar antecedentes como pocos, especializado en metodología estadística con funciones de jerarquía junto a las conducciones del organismo por más de una década.
El Gobierno eligió, para esta etapa, a uno de los suyos, de los que ya estaba. “Pero el mejor”, agregan. Y para dar la batalla técnica, metodológica. Ojalá sus pares académicos lleguen pronto. Y se arremanguen y hagan su tarea: salvar al Indec. Caiga quien tenga que caer.
Cabe, sin embargo, observar que el impacto de la distorsión del sistema estadístico en modo alguno tiene en el IPC su único núcleo estratégico, distorsión justificada por algunos bajo el discurso del fraude patriótico para evitar pagar intereses de deuda, etc.
No parece sensato este discurso o al menos no puede ser universalmente aplicado al conjunto de la manipulación sobre el sistema.
Por caso en nuestra perspectiva, también es central que hayan desaparecido las mediciones sobre distribución del ingreso e informalidad laboral surgidas de las bases de Encuesta Permanente de Hogares, que ya no están disponibles para el usuario habitual desde el 1er. trimestre de 2007 con datos sociales estratégicos, que no están vinculados a ningún cálculo financiero.
Esta lamentable ausencia de información oficial confiable obliga a trabajar con groseras aproximaciones responsables entre otras cosas del colorido festival de pobres que hoy existe en el país, con cifras que van del 15% oficial al 40% eclesiástico, pasando por las más amplias gamas imaginables, basadas todas en estimaciones o relevamientos, estadísticamente muy poco robustos.
Del tratamiento mediático del tema, con perfiles de culebrón en la mayoría de los casos, de lo mejor resulta la nota que planta hoy Raúl Dellatorre . Un párrafo nos sirve de muestra:
Es cierto, la solución Boudou no responde a las expectativas políticas. Pero habrá que valorar en su exacta medida la audaz propuesta de poner en manos de un consejo académico la evaluación técnica del desempeño del Indec. Si ese cuerpo se integra velozmente, será una señal fuerte y una chance de correr el debate a otro terreno.
Se presume que la Universidad de Buenos Aires y la de 3 de Febrero adherirán sin condicionamientos. Son dos de las que más desarrolladas tienen las carreras estadísticas. Otras dos que aportarían lo suyo al prestigio del nuevo Consejo son Tucumán y Rosario, esta última muy importante además porque fue cuna de muchos de los técnicos que pasaron por el Indec, incluidos muchos desplazados por la actual gestión.
La comisión gremial interna de ATE-Indec y los trabajadores alineados en este sector rechazan esta propuesta, descalificándola porque ratifica a la actual conducción y encima eleva el rango de Itzcovich.
Al flamante director técnico lo condena su presente, en especial su alineamiento con Guillermo Moreno. Pero lo redime su pasado: con 17 años de carrera en el Indec, es un técnico que puede mostrar antecedentes como pocos, especializado en metodología estadística con funciones de jerarquía junto a las conducciones del organismo por más de una década.
El Gobierno eligió, para esta etapa, a uno de los suyos, de los que ya estaba. “Pero el mejor”, agregan. Y para dar la batalla técnica, metodológica. Ojalá sus pares académicos lleguen pronto. Y se arremanguen y hagan su tarea: salvar al Indec. Caiga quien tenga que caer.
POR ARTEMIO LÓPEZ