La creciente conflictividad social que se viene dando a lo largo y ancho del país, hace que la central sindical perdiera el peso de antaño en los trabajadores. Por qué la CGT pierde consenso entre la masa trabajadora y los ejes de la pelea social que preocupa a sindicalistas y funcionarios públicos
El conflicto desarrollado en el día de ayer en los Subtes por una interna gremial que mantuvo a más de un millón de usuarios sin la posibilidad de usar el medio de transporte que utilizan para ir a su trabajo, volvió a poner en el centro de la escena política el bajo nivel de representación que tienen las viejas estructuras sindicales en la Argentina de hoy.
El conflicto desarrollado en el día de ayer en los Subtes por una interna gremial que mantuvo a más de un millón de usuarios sin la posibilidad de usar el medio de transporte que utilizan para ir a su trabajo, volvió a poner en el centro de la escena política el bajo nivel de representación que tienen las viejas estructuras sindicales en la Argentina de hoy.
Los trabajadores del subte, a través de su comisión interna, lo que pretenden es la formación de un nuevo sindicato y desprenderse de esa manera de la Unión Tranviario Automotor (UTA), pidiendo que se le dé desde el Ministerio de Trabajo la personería gremial que le dé legitimidad a la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y del Premetro (Agtsyp).
La cara visible del conflicto es un trabajador de hace años del subte, como lo es Néstor Segovia, un viejo militante del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), que comanda a la mayor parte de los trabajadores que no desean pertenecer a la UTA como pasó durante años, sino que quieren desprenderse de la vieja burocracia sindical y formar un sindicato propio con nuevas reglamentaciones de libertades internas que los viejos sindicatos no aceptan.
Hace mucho que desde estas páginas se viene sosteniendo que los nuevos conflictos que se vienen suscitando a lo largo y ancho del país, muestran una CGT devaluada ante la opinión de los trabajadores que ya no confían en ella. La principal objeción que ponen los trabajadores al denostar a las viejas estructuras gremiales es que no defienden los intereses de los obreros, sino que por el contrario, los líderes se dedican a hacer negocios personales con los empresarios, yendo en detrimento de los trabajadores.
Es así como piensan los trabajadores que ayer cortaron el suministro del subte durante doce horas y que levantaron una polvareda interna dentro de la central obrera muy grande. El reclamo de este sector viene desde hace años, y es uno de los principales problemas que se cuenta a la hora de darle una solución plausible al mismo desde el Ministerio de Trabajo.
Dicen los que conocen de cerca esta interna, que el ministro Tomada en una reunión con los principales referentes de la UTA les habría dicho que la personería gremial para la Agtsyp era inevitable, pero el ministro no contaba con la orden que le vino de arriba de parar todo, y la causa central para este parate era que la alianza estratégica que viene teniendo el kirchnerismo con el Moyanismo no se podía romper por un conflicto de subtes.
Los delegados de la UTA amenazaron además al ministro con parar todo el servicio de transporte a nivel nacional en caso de que se reconozca a los “rebeldes” del subte, lo que hizo que la protesta de ayer tomada por los trabajadores fuera inevitable para medir fuerzas en una pata sensible para los usuarios, como son los medios de transporte.
Toda la dirigencia sindical y política, temen que estos conflictos como el de los Subtes o el surgido en Kraft, se den en otras empresas en territorio argentino, como son el caso de Lan, Pepsico, Quilmes, los telefónicos opositores a FOETRA, una rama dentro de Siderar, Acindar, ferroviarios, trabajadores de salud (tanto pública como privada), docentes, Coca-Cola, gráficos y papeleros, y autopartistas, donde los trabajadores vienen manteniendo constantes encontronazos tanto con los empresarios como con los sindicatos.
El conflicto en Kraft y la resolución favorable a los intereses de los trabajadores, abrió una nueva etapa de reclamos laborales que pone nerviosos no sólo a los empresarios y el gobierno, sino principalmente a la CGT, porque la mayoría de ellos están efectuados desde las bases y con una dirigencia sindical que se ve superada por las bases, y se tiene que subir al carro de la protesta si es que todavía no quiere perder mayor poder ante los trabajadores.
Un problema complejo que atraviesa el sindicalismo y la clase política nacional, que ante el surgimiento de nuevos líderes sindicales, que no responden a las antiguas estructuras partidarias de la CGT, ven resurgir conflictos sociales que pueden poner al país al borde de un colapso parecido al del 2001.
FUENTE: RED DE NOTICIAS