Las últimas apariciones públicas de los candidatos han dejado en claro que en esta campaña legislativa predominan el agravio y el insulto, antes que las ideas. Por qué los partidos no muestran qué harán en caso de llegar al Congreso y la campaña mediática sin propuestas.
Las palabras vacías de los políticos argentinos suelen verse hoy en día en todos los medios de comunicación, donde sacan a relucir todo su repertorio de improperios hacia sus rivales de turno en las urnas, pero hasta el momento no se han conocido las propuestas que impulsan para mejorar la calidad de vida de los argentinos.
El deterioro de la calidad discursiva de la clase dirigente, ha llevado a que ya no se presenten plataformas electorales como sucedía antaño, sino que ahora como plataforma se dan a conocer a conocer una serie de puntos que nada tienen que ver con proposiciones para sacar al país adelante, sino sólo ambigüedades que sólo sirven para continuar desacreditando a la política ante los ojos de la sociedad y por ende, la malformación de la clase dirigencial que lleva aparejado la débil capacidad de compromiso para con la cosa pública.
En décadas pasadas, cuando la política era reconocida por la población como el arte de dar solución a los problemas de la gente, las plataformas electorales consistían en libros grandes con ideas de cómo hacer las cosas, cómo se harían, en qué tiempo se desarrollarían y de dónde se sacaría el dinero para solventar las mismas
Hoy son 3 ó 4 hojitas sin contenido, donde sólo se explican vaguedades e ideas generales, pero ningún partido político, tanto del oficialismo como de la oposición, explican de donde se sacarán los fondos, en que consistirían las mismas y cómo se harán lo que ellos dicen defender.
Es por eso que en la actualidad vemos desfilar por los distintos medios de comunicación a todos los candidatos para estas elecciones legislativas, agraviándose uno a otro, sin presentar ninguna clase de propuestas para los intereses de aquellos mismos que ellos dicen querer representar, sólo tratando de conseguir el voto de los ciudadanos, sobre todo la gran rama de indecisos que será la que defina en definitiva la elección del 28 de junio.
La clase dirigente suele decir que la política se ha divorciado de la sociedad, pero todavía no se ha hecho un mea culpa que sirva para devolver la confianza en la política, sino que por el contrario, lo que se hace es echarle la culpa a los medios de comunicación como los responsables del alejamiento de la sociedad con sus dirigentes.